¿Que tan cierto puede llegar a ser el echo de que alguien nos enseñe a ser de determinada manera?, ¿no será mas bien que somos nosotros los que aprendemos de las situaciones que día con día se nos presentan? ¿Qué relevancia tiene que sea determinada persona la que esta con nosotros al momento del aprendizaje?
Últimamente, una serie e sucesos me han llevado a diferentes reflexiones con respecto a la relación que tenemos con el otro y el papel que este tiende a jugar en nuestras vidas sobre todo con respecto a nuestra percepción del mundo, el papel que cedemos al otro desde aquel que es nuestra pareja por determinado tiempo, hasta aquel que nos topamos un día en un viaje en el autobús y no volvemos a ver nunca del cual, curiosamente podríamos aprender mas que del maestro que tras un escritorio pretende mostrarnos al mundo.
Es decir, muchas veces le echamos la culpa (sea algo bueno o malo) a las demás personas sobre lo que nosotros somos de nuestra vida, hacemos responsable al prójimo de nuestras victorias o errores, aunque también sucede al revés, nos echamos la culpa sobre lo que al prójimo le sucede, sin tomar a consideración que las decisiones al final, somos nosotros los que las tomamos, es cierto que podemos hacerlo bajo determinadas influencias pero son solo eso precisamente, influencias por que al final de cuentas, si me hiere el otro, es por que nadie mas que yo pretende lastimarse con lo que haga, es por que yo tome la decisión de sufrir por las decisiones del otro, es mas como decir, yo me hiero usando al otro como cuchillo. Y por mas duro que suene, así es.
Esto a la ves sucede cuando la otra persona “nos enseña algo”, nada mas falso, pues he llegado a la conclusión de que no es que nos enseñen determinadas cosas, sino antes bien, somos nosotros los que a nuestra muy particular manera aprendemos por determinadas situaciones que la vida nos presenta através del otro. Sin importar realmente quien es el otro, nosotros le damos determinado papel en nuestra vida y nosotros extraemos de ese papel lo que mejor nos conviene y lo que pretendemos nos sirva para nuestro desenvolvimiento personal, suena a un concepto bastante egocéntrico ahora que lo veo, sin embargo, creo que es cierto y que es factible que cada quien lo reconozca, muy a su peculiar forma, pero lo reconoce.
La gente no va aprendiendo a unísono, aunque a varias personas les des el mismo platillo, a cada una le sabrá completamente diferente.
Mil veces nos topamos con esas personas que simplemente se dedican a dejarte hablar, sin importar que te escuchen o no, ese tipo de personas son las que “nos enseñan” mucho mas que casi cualquier otra, por que al dejarnos externar nuestro soliloquio nos hacen conocernos interiormente, sacar todo lo que tenemos para acomodarlo y volverlo a guardar, todo en su lugar.
Entonces, ese tipo de personas, son simplemente espejos en los que nos reflejamos día con día, no por que así lo deseen ellos, sino por que a nosotros se nos da la gana tomarlos así.
Particularmente, (y ahora que lo leo, creo que esta demás decir que es “particularmente” pues eso es obvio) me gusta sentir que al final del día, mas que aprender algo de alguien, por que me lo enseñe, quiero aprenderlo por que logre hacer una apropiación de la idea y aplicarla a mi vida para observar los resultados sin que nadie me los platique, que a veces es bueno, y otras no tanto, eso es indiscutible, pero creo también que, por mi parte, es lo mas honesto.
- 35.- me gustan los días nublados...
- 36.- me gusta coleccionar fotos de viajes ajenos.
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